¿Por qué se mantiene la culpa después de un abuso sexual? - Por Kika Muñoz
La culpa es uno de los muchos sentimientos que nos cuesta validar y comprender, sobre todo cuando surge sin que hayamos hecho algo “malo”. Es como el dolor, nos es difícil caminar en compañía de este. Sin embargo, como muchos sabemos, este trae las mayores enseñanzas y los crecimientos más profundos
Se nos suele olvidar que cada una de las cosas que sentimos tiene una función, una razón de ser…
Por eso escribo este artículo. Porque sé que somos muchos a los que nos cuesta vivir cuando tenemos este sentimiento constante de culpabilidad que nos encadena y aprisiona. El punto es… que esto no debería ser así, sino que deberíamos permitirnos vivir entendiendo la culpa; no ahogándonos en ella.
Hoy vamos a hablar sobre una temática en específico frente a la cual surge la culpa. El abuso sexual. Puede que les sorprenda el tópico a hablar, pero es que una de las consecuencias más frecuentes de este es el sentimiento de culpa en las víctimas. ¿Por qué? Las razones son infinitas.
“Fue mi culpa por haberme quedado callada tanto tiempo”
“Me debería haber defendido, yo dejé que esto pasara”
“Fui cómplice, mantuve el secreto”
“No debería haber mantenido una relación normal con él o ella frente a toda mi familia o amigos”
“Me pasa por ser muy cariñosa y coqueta”
“Me lo merecía, fui muy ingenua”
“No debería haber contado, ahora mi familia está en crisis por mi culpa”
Y existen un sinfín de argumentos que apuntan a la “culpabilidad” de la víctima…
Sí, es fuerte e impactante… ¿Cómo puede ser que la víctima tenga este tipo de pensamientos cuando fue a ella o él que se le infligió un daño y a quien se le quebrantaron sus derechos?
Ahora… más allá de la variedad de justificaciones que existen por parte de la víctima para sentirse culpable, más allá de lo irreal o incomprensible que suene…Entendamos de dónde y por qué surge este sentimiento en estas personas. ¿Cuál es su función?
Recordemos que nuestro cerebro es lo suficientemente sabio para saber qué necesitamos para sobrevivir y en qué minuto. Puede que no lo entendamos en el momento, pero el sentimiento SIEMPRE está ahí por algo. Tiene una función adaptativa, quiere que vivamos a pesar de cualquier daño.
Entonces…Por el momento, hemos aprendido que todo sentimiento existe por una razón ¿verdad? Pero antes de seguir aproximándonos a la respuesta de nuestra interrogante, demos unos pasos hacia atrás para definir ciertos conceptos relevantes.
¿Qué es considerado trauma? Y aún más importante, ¿Qué comportamientos son considerados abuso sexual en Chile y en el mundo? Necesitamos comprender el panorama general primero, para así romper con ciertas creencias, mitos y estigmas que existen en torno a la temática. De esta forma, adentrarnos con cierto conocimiento en el sentimiento de autoculpabilidad que se presenta en situaciones abusivas por parte de la víctima.
El trauma es definido como “el resultado de un acontecimiento al que la persona no encuentra significado, y que experimenta como algo insuperable e insufrible”.
Pueden ser variadas las situaciones traumáticas, desde experiencias de bullying, maltrato físico y psicológico, negligencia hasta divorcios, accidentes, entre otros. El abuso sexual también está considerado dentro de estos tipos de acontecimiento. Sin embargo, cabe destacar que este tipo de trauma involucra más conductas que las que uno cree y sabe. Es por esto, que es relevante conceptualizar qué es.
El abuso sexual es “la ejecución de un acto sexual o la presión para ejecutarlo sin llegar a la cópula, en ausencia del consentimiento de la otra persona.
Este incluye: tocamientos, exposición a niños, niñas y adolescentes a actividades sexuales no acordes a su nivel evolutivo, cognitivo o social (exposición a genitales, masturbación o pornografía) que pueden afectar sus genitales, ano o boca. También se consideran como abuso la introducción de objetos o animales por vía anal, bucal o vaginal. Por último, también es parte de esta categoría el child grooming o abuso sexual online”.
Ufff, sí. La definición es larga y muuuuy dura. Podemos incluso tener dificultades para leerla de corrido. Nos puede costar aceptar que existan personas que ejecuten tales acciones. Es difícil de internalizar, pero es necesario realizarlo; ya que el abuso sexual es una realidad frecuente e invisibilizada, que la mayoría de las veces se mantiene en secreto y en silencio dentro de las cuatro paredes de un hogar.
Ahora que ya entendemos un poco más sobre las experiencias de trauma abusivas. Volvamos a nuestro tópico inicial. ¿Por qué las víctimas se sienten culpables de vivir una situación que les fue provocada? ¿Por qué se responsabilizan de una realidad que no podrían haber evitado?
El sentimiento de culpa surge generalmente cuando uno se siente responsable sobre una acción o evento que trajo consecuencias negativas. ¿Por qué aparece, entonces, en las víctimas?
Debido a dos razones principales. Al ser el abuso sexual una de las realidades que más nos cuesta entender, seamos víctimas directas, indirectas o ajenos a ese evento; la culpa surge como una función psicológica de protección. ¿De "protección"?, se estarán preguntando, ¿pero cómo? Esto se debe a que la autoculpabilidad nos permite adaptarnos hacia una experiencia traumática que crea grandes montos de disonancia en nuestros esquemas cerebrales.
El sentimiento de culpa nos permite tener una sensación de control frente a situaciones inciertas e inconcebibles. Nos permite explicar lo que vivimos, justificarlo de alguna forma. Responde a una necesidad de creer que todo podría haber sido distinto, controlado y por lo tanto, evitado.
Esa culpa surge como una mecanismo de sobrevivencia, como un mediador esencial para la recuperación. Donde tenemos la ilusoria sensación de que culpándonos podemos controlar de mejor manera no solo lo que vivimos, sino que las consecuencias que eso trae. Pero en algún minuto esa ilusión se rompe… dándonos cuenta que no tenemos responsabilidad alguna. Fuimos VICTIMAS.
Sin embargo, reconocerse como víctima, y por ende, como alguien “inferior” jerárquicamente y con menos poder (adulto-niño, jefe-empleado, hombre-mujer), cuesta. Cuesta, porque es una forma de aceptar que no había nada que pudiéramos hacer para frenar ese círculo abusivo. Es soltar toda sensación de control. ¿Y a quién le gusta realmente hacerlo?
Ahora, ¿Cuál es la segunda razón? Esta última se relaciona directamente con las acciones realizadas por el agresor, ya que estos de alguna manera a través de la manipulación, las amenazas y las mentiras, logran trasladar SU culpa a las víctimas; sintiéndose estas cómplices, lo que hace que se mantenga el silencio impuesto por el agresor. Es por esto, que la culpa es una alteración cognitiva esperable en base a los altos niveles de manipulación que hay dentro del vínculo abusivo.
Ejemplifiquemos cada una para entender mejor cómo funciona. Cabe destacar que esto no significa que no existan casos en donde se dé la culpa por ambas u otras razones o que hay ocasiones en donde no surge el sentimiento de culpabilidad.
*OJO! Son ejemplos que pueden sonar exagerados, que pueden hablar solo de hombre a mujer o de relaciones heterosexuales, pero es solo para ejemplificar. Evidentemente hay abusos en niños hombres, dentro de relaciones homosexuales y donde las mismas mujeres abusan a otros.
- Veamos primero un ejemplo de autoculpabilidad como función psicológica de adaptación y protección. Pongámonos en el caso de un abuso por parte de un mejor amigo a su mejor amiga. Una situación que suele darse mucho es que la mejor amiga tuvo un problema en su casa o con el pololo, por lo que le habla a su mejor amigo y decide ir a tomarse un par de tragos a su casa para “pasar las penas”.
Entre copa y copa, y la vulnerabilidad emocional en que se encuentra la víctima, las cosas empiezan a subir de tono. Un abrazo pasa a un beso, una caricia en la espalda pasa a un leve contorneo del trasero. Una vez pasado esto, la niña dice: “oye me tengo que ir a mi casa que es tarde, estamos hablando”. - Ella no dice nada, no le cuenta a nadie. Se comienza a culpar, porque lo dejó hacerlo; piensa que tal ves le dio señales, lo justifica con “no debería haber tomado tanto”, entre otras cosas. Todo para sentir que no es posible que ella cuando necesitaba ser protegida por su mejor amiga, hubiera sido abusada por este.
- En cuanto a la autoculpabilidad como efecto de la manipulación del vínculo abusivo, puede ser en el caso de una pareja. Se encuentran en su pieza como cada noche y se van a dormir. Como a las 3 am ella se despierta con él encima de ella, habiéndole sacado toda la ropa y masturbándose mientras la mira.
Ella se queda en shock pensando: “esto no es la primera vez que pasa, pero nunca había sido así. No entiendo”. Le dice en voz alta: "¿pero qué estás haciendo?" A lo que él responde: “mi amor lo que pasa es que te vi ahí tan tranquila que no te quise despertar, pero tenía ganas de mirar tu cuerpo. Si al final somos pareja, no hay nada de malo”.
- Aquí el vínculo amoroso se ve distorsionado y usado como excusa para normalizar conductas que son abusivas. Se manipula al otro para obtener un beneficio propio y no sufrir las consecuencias.
- En cuanto a un ejemplo con ambos “tipos” de autoculpabilidad, pensemos en el caso de un abuso sexual infantil intrafamiliar:
Ya van más de 2 años de abusos de parte de un abuelo a su nieta. Ella se culpa debido a que ha mantenido el secreto por mucho tiempo. Está constantemente pensando en contar, pero ahí recuerda que igual quiere a su abuelo, aunque le haga daño. Además, piensa en lo que él le dice: “si cuentas nadie te va a creer, mejor dejarlo en secreto. Así seguirás siendo mi nieta favorita”.
La niña al no entender las conductas sexuales que se le están cometiendo decide seguir en silencio. Sabe que no puede huir de la situación, porque es su abuelo, así que aguanta el daño y evade la realidad para así sobrevivir.
Acá se ve que la complicidad que genera el vínculo familiar, al igual que la cantidad de tiempo que ha pasado sin hablar la niña, producen un sentimiento de culpabilidad que la paraliza aún más a actuar.
La realidad abusiva es infinitamente multivariable tanto en su cronicidad, efectos, duración, tipo de vínculo con el agresor, uso de violencia o no, personalidad de la víctima y del agresor, validación o negación del relato por parte de la familia, cantidad de tiempo que pasa antes de la develación o si no han contado todavía, entre otras variantes que hacen de cada caso único y complejo a su manera.
Entonces, ¿para qué les escribo si cada caso es tan diferente? Porque como toda cosa en la vida, existen similitudes, sentimientos en común. Y eso es lo que nos une…
La culpa es un sentimiento poco agradable…pero es necesario. Es gracias a este que seguimos funcionando a pesar de haber vivido una realidad horrible, es gracias a este que nos proponemos crecer y mejorar como personas.
La autoculpabilidad en el caso de las víctimas y sobrevivientes te protege mientras no estás preparado para aceptar la realidad vivida. Funciona como tu escudo para que no colapses al no tener palabras para explicar lo que sientes y experimentaste.
Por eso te escribí… porque cuando nos damos el espacio de comprender la culpa, nos permitimos vivir. La culpa no está para encadenarnos o perseguirnos, está para cuidarnos y darnos protección frente a un realidad inadmisible. Permítete caminar de la mano de esa culpa. Y confía en que cuando estés preparada/o, llegarás a la bifurcación de ese sendero, donde seguirás tú propio baile sin la compañía de la culpa, porque ella ya va a haber cumplido su misión. Ya no necesitarás que te proteja ni te cuide, porque ya podrás soportar y sobrevivir por tu cuenta a la realidad que viviste.
Kika Muñoz @soy_vulnerabilidad
en colaboración con @mipacareu